lunes, 18 de mayo de 2009

HOMENAJE A MARIO BENEDETTI Y A SU ETERNO COMPROMISO

MISERABLES
Hay varias especies de miserables. Están por supuesto los asesinos, los canallas, los uxoricidas, los degolladores, los verdugos, los envenenadores, los parricidas. Pero hay miserables recónditos, ladinos, furtivos, solapados, que se enmascaran en honesto, se camuflan de héroes, se fingen generosos.
La condición de miserable es un tumor del alma, casi siempre incurable, porque el alma no admite cirugías.
Una loca ambición del miserable suele ser el poder. Aclaro que no todos los poderosos son miserables, pero sí los más encumbrados, los hacedores y/o financiadores de armas atómicas, los invasores de paisitos, los blancos que discriminan a negros y amarillos los cazadores de palomas y de liebres, los inventores de calumnias. Hay miserables diplomados, que a veces llegar a ser miserables diplomáticos, y no faltan los que son miserables consigo mismos, esos que le hacen zancadillas a su buena fe, o sea los que se borran de su propia memoria para convertirse en solemnes granujas.
Dicen que Dios creó a los miserables para proporcionar trabajo a los ángeles justicieros. Pero los miserables son capaces de cortarles las alas.
Mario Benedetti, de su libro Vivir adrede. Alfaguara.